23 julio 2004


[Posteo de Luis]

No os lo merecéis. Recuerdo un texto que leí en Clarín el día después de que Argentina le ganara a EEUU en el último mundial de baloncesto. Un columnista escribía algo así como: “curioso deporte éste en el que el jugador 10 (por Pepe Sánchez) juega de armador y el 5 (por Manu Ginobili) juega de goleador”. Desolado por semejante majadería, recuerdo haberle preguntado a Marcos por la historia del baloncesto argentino: ¿De dónde salen tantos jugadores buenos en un medio tan hostil? En la respuesta, creo que no había más que algún reproche por utilizar la palabra “baloncesto” en vez de “básquet” (“pero ¿de qué novela de Martin Amis te crees que sales diciendo baloncesto?”) y alguna vaga muestra de adhesión al Atenas de Córdoba. Muy vaga.

Viene esto a cuento de que no espero que a nadie en este blog le interese mucho, pero mis fantasías deportivas del último mes y medio se dirigen hacia el Argentina-España de la competición de baloncesto de los Juegos Olímpicos (martes, 17 de agosto: 19:00 CET). A priori, es el partido más atractivo imaginable en este momento en todo el mundo (y no sólo porque la cita se preste a tomar el pelo a los amigos). ¿Más que un Yugoslavia-EEUU o un Lituania-EEUU? Bueno: habrá que ver a qué juega EEUU esta vez.



Argentina. ¿El mejor paquete de aleros de la Olimpiada? (¿Mejor que Bodiroga, Stojakovic y Loncar?) Seguramente los argentinos no conozcan a Nocioni, Hermann o a Delfino como lo hacemos en Europa. Pues, en resumen: Delfino parece yugoslavo (desinhibido, técnico e intuitivo) y Nocioni y Hermann, estadounidenses (mucha curiosidad por saber qué hará el Chapu si se marcha a la NBA). A Ginobili no hay que presentarle: un superclase… aunque, aviso: no será un jugador mejor que el de hace dos años. Puede que sea más musculoso y más agresivo, pero no mejor. Pasó con Gasol, con Kukoc, con Radja, con Danilovic… La NBA, niños, es mala para el espítritu. (¿Una fanfarronería? Apuesto a que los balones decisivos de Argentina se los jugará Scola, no Ginobili). Sus “unos” (Prigioni, Pepe Sánchez y Montecchia) no son jugadores determinantes pero sí que tienen oficio de sobra (en principio, parecen mejores que los bases españoles). ¿En el interior? Scola cada día recuerda más al mejor Dino Radja de la Jugoplastika: lo hace todo y todo bien. La figura de Nocioni, sin embargo, se ha encogido un poco en los últimos dos años (se ha convertido en costumbre que le traicione el impulso). Y Wolkowyski pondrá muchos kilos y oficio pero parece a un nivel inferior. No sé cuál será el cuarto pívot



España. ¿El mejor paquete de pivots de la Olimpiada? (sin contar con Tim Duncan, claro). Había un viejo chiste que decía que el equipo bueno de España sería el que pusiese a Gasol (2,16) de “tres” (en Europa jugaba de alero: las enchufaba de siete metros y corría los contraataques como una exhalación), Garbajosa (2,08) de “cuatro” y Dueñas (2,20; apartado de la selección durante años porque sus problemas de ¡gigantismo! exigían descanso en verano) de “cinco”; que se pongan en defensa de zona con Gasol en medio y a ver quién hace una canasta. Bueno, pues ya están los tres reunidos junto a Felipe Reyes (que ha acabado por ser mucho mejor jugador de lo que esperábamos) aunque no es probable que jueguen nunca todos a la vez. ¿El duelo con Scola-Nocioni? Scola, sí, está casi al nivel de Gasol pero Garbajosa (fino y muy buen tirador) y Reyes (físico y ambicioso, parecido al mejor Nocioni) están casi al nivel de Scola (y un poco por encima del propio Nocioni). Dueñas, por fin, puede marcar la diferencia (la primera vez que le vean les dará la risa -problemas de movilidad graves- pero siempre aporta muchas cosas). ¿El problema? Los aleros españoles son mucho menos consistentes que los argentinos. Juan Carlos Navarro es un jugador explosivo, alegre y con mucho instinto (le recuerdo partidos en los que fallaba todo pero seguía tirando hasta que en el último minuto hacía 8 puntos y resolvía el partido) pero le pierde la ciclotimia. Y nunca podrá defender a Delfino o a Ginobili. De la Fuente y Carlos Jiménez son dos partisanos muy profesionales (capaces de parar a Hermann o a Nocioni, como ya han demostrado en España muchas veces) pero no son determinantes. Lo mismo puede decirse de Juan Carlos Calderón, el primer base (el que, seguramente, marcará a Ginobili). Rudy Fernández sí lo es (otro “yugoslavo” descarado y técnico) pero no parece justo cargarle con mucha responsabilidad a los 18 años. Y el segundo base, Carles Marco es un tipo francamente errático, aunque puede funcionar cuando las cosas van muy mal y hace falta alguien a quien se le pueda aparecer la virgen. Qué pena que Raúl López (base suplente en Utah Jazz) no pueda ir a los Juegos.

Ay, Dios, qué partido



(Si llego a dos post, prometo escribir sobre Yugoslavia, EEUU y Lituania.)


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